Jamás pensó que una situación la pudiera llegar a confundir tanto. Le quedaban pocos meses en esa ciudad, en su ciudad y mientras que ese tiempo se iba agotando poco a poco, los problemas llegaban a su vida como nunca lo habían hecho antes.
De repente se encontraba con el amor en todas sus facetas y eso hacía que viviera cada día sumergida en pensamientos y en cuestiones que le parecían imposibles de resolver.
Tenía el amor incondicional, el amor que había surgido hacía tiempo y que no se había apagado, pero que a ella le resultaba imposible corresponder.
Tenía la frescura de alguien nuevo y totalmente a su disposición, ese que había llegado sin un previo aviso y que se empeñaba en permanecer con ella el resto del tiempo que le quedaba en aquella ciudad.
Y por último tenía la pasión del hombre que hacía que su corazón no parara de dar vuelcos, de las peleas y las reconciliaciones, de los celos y la impotencia, de tener que compartirlo, de los rumores y de ser la otra.
Esa desenfrenada pasión por la cual se había entregado en cuerpo y alma. Y la cual hacía que cada uno de sus pensamientos estuvieran relacionados con él.
Ella sabía que el acabaría por hacerle daño, pero hacía mucho que no sentía algo así y no quería vivir el poco tiempo que le quedaba sin sentirlo cada día.
No sabía que tenía que elegir. No sabía si debía elegir aquello que era sereno y sin problemas o si debía escoger la pasión que le aportaba ESE hombre.
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