Sábado, la música marcando el ritmo de sus movimientos. Entra en la ducha, lo necesita, necesita despejarse. Rasca el sello que pusieron es su antebrazo la noche anterior porque quiere olvidarlo todo, necesita borrar la noche del viernes de su cabeza. El sello desaparece milagrosamente, sus pensamientos y recuerdos no son tan fáciles de borrar.
Empieza a acordarse de todo lo que pasó.
Viernes, sus antiguos enamorados estaban ahí con nuevas chicas, para ellos un simple cambio en su vida, para ella celos y recuerdos, más recuerdos. Él, su nueva esperanza, su aire fresco también estaba, pero la miraba sin más, hablaba con ella pero como si fuera cualquier chica, una amiga más. Se sentía sola y aunque alguien la mirara, nadie la miraba como ella quería ser vista. Entró en ese estado de desesperación en una noche de viernes, en esa noche que para ella debía ser LA noche.
Se sentó y se limitó a observar como el amor flotaba en el local, pero ella parecía no estar bajo los influjos de el amor. No era su día y obviamente no era su noche.
Sábado de nuevo, sale de casa perfectamente arreglada, disfruta de las suaves notas del jazz, bebe, fuma, baila, canta y pierde la noción del tiempo, acaba en un local de mala muerte, su amigo con ella, lo necesitaba. Y de repente el viernes no es más que pasado.
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