Music, my only true love

just let me hear some of that rock'n'roll music

miércoles, 20 de abril de 2011

You know what I mean

Y en ese momento su mirada me cautivó. Sonaba el I saw her standing there de los Beatles. Mi canción favorita.
Yo ya no tenía 17 años. Es más, estaba muy cercana a los 19. Pero recordaba exactamente como había deseado fervientemente que alguien me dedicara esa canción hasta el último momento de mi minoría de edad. Como había imaginado a un misterioso chico de indumentaria calcada a la de los fab four en sus principios tocando esos acordes solamente para mí. 
Y ahora estaba ahí, con 18 años y unos meses. Cualquiera diría que no habían pasado ni dos años desde que había cumplido los 17, pero yo había experimentado tantos cambios en mi vida que esos casi dos años me parecían siglos. 
No puedo decir el motivo exacto por el que en ese preciso momento decidí hundirme en sus ojos. No sé si fue por la canción, por el extraño color de los mismos o por la intensidad con la que me miraba que hacía que quisiera volver a tener 17 años. Quizás fue una combinación de todo lo anterior. 
Como un imán atraído por su polo opuesto me acerqué a él. Siguió mirándome fijamente. No era la típica mirada de un chico buscando una chica un viernes por la noche. Me miraba como si quisiera saberlo todo sobre mí. Como si no existiera nadie más que yo.
Estabamos sólo a unos pocos centímetros de distancia, ninguno hablaba, sólo manteníamos la vista clavada en los ojos del otro. Estuvimos así un tiempo, podrían haber sido horas o segundos, no lo sabía. Lo único que sabía es que podría haberme quedado así eternamente. 
Me tomó del brazo y salimos a la calle. 
Mantuvimos el silencio. Sacó un cigarro de su chaqueta, me ofreció uno. Y mientras fumaba empezó a cantar: "How could I dance with another? Since I saw her standing there" 

martes, 12 de abril de 2011

21 gramos

Dicen que al morir pesamos exactamente 21 gramos menos que en vida. Los más románticos opinan que esos 21 gramos perdidos son el alma que abandona nuestro cuerpo. Los científicos dicen que son las sustancias químicas que expulsa nuestro cuerpo.

-¿Hay de verdad un alma?

-No lo sé. Depende del momento.

-¿Del momento? ¿Cómo?

-Simple y sencillamente es así. A veces tengo alma, a veces no. Cuando sufro, siento que hay algo dentro de mí que se va rompiendo a trocitos, lenta y dolorosamente. Cuando la primera lágrima roza mi mejilla y cae al vacío, una ínfima parte de mi alma se escapa con ella.
Cuando recibo alegrías, las partes que he perdido de mi alma vuelven hacía mí, pero no son las mismas partes que he perdido, estos trozos de alma aparecen de la conexión que se forma entre la persona, el hecho o las palabras que te causan alegría. Estas nuevas partículas de alma se quedan contigo hasta que el donante de las mismas te cause sufrimiento, entonces las partículas se van lejos, lo suficientemente lejos para que no las encuentres.

-¿Cuándo no existe el alma?

-El alma no existe en el resto de momentos. Sí, muy tópico, pero para mí es así. Cuando estoy en cualquier otro estado mi alma no existe, mi cuerpo no está formado por más que sustancias químicas y un perfecto mecanismo que lo hace funcionar, nada de almas.

-¿Qué pasará cuando te mueras? ¿Qué liberarás? ¿Química o alma?

-Bueno, eso dependerá del momento en el que me muera.