Music, my only true love

just let me hear some of that rock'n'roll music

lunes, 31 de octubre de 2011

Don't walk away

Y mi corazón explotando una y otra vez, y así por siempre.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Disorder

Principios.
Son emocionantes, no saber lo que te espera en el futuro, no conocer a esa persona y tener tantas ganas de llegar a saber cada detalle de su vida.
Cada vez que me enfrento a ello, mi estómago se pasa el día dando saltos y mi cabeza imaginando cómo será esa vida desconocida, hilando historias bonitas y tristes, amores y desamores y catástrofes con finales felices.

Y va pasando el tiempo y conozco a esa persona, cada momento un poquito más.
Y primero vienen los días soleados con risas, paseos, confesiones en un coche de vuelta a casa y el tiempo pasando cada vez más y más rápido y las noches escapándose entre los suspiros provocados por la novedad, por las ganas de saber más detalles que definan a esa persona por la que empiezo a sentir algo.

Después las tardes en las terrazas a finales del verano, donde todavía quedan algunas batallas que contar, cosas que han formado y definido a esa persona, esos días en los que me doy cuenta que quizás él no era todo lo que imaginé en el instante en que lo conocí, pero que sigue teniendo algo que me atrae con una fuerza inmensa. Besos que pronostican amor y pasión. Caricias que me hacen quedarme sin aliento. Y el tiempo empezando a ir en cámara lenta, como en la película más romántica de todas, con música de fondo.

Y por último, el fin. Noches de domingo lluviosas. Saber algo más se hace imposible, se conoce cada momento, cada instante, cada anécdota. Él no es quien imaginé que sería al principio. Y empiezan las peleas y los gritos, empapados por el agua que no deja de caer y de inundar la relación. Los reproches y saber demasiado. Noches que no acaban se llenan de pensamientos, de intentos fallidos de mejorar algo que está empezando a caer el vacío. Y sigue lloviendo. Y se reproducen escenas del principio, de algo que parecía que no iba a terminar nunca. Y la confusión impregna cada segundo y el tiempo se detiene. Y escapo, escapamos de algo que como todo ha llegado a su límite y no tiene ningún futuro visible tras esos nubarrones. Y entre sollozos y rabia se pone un punto y final.
Y tiempo después el consuelo llega sabiendo que seré una memoria suya. Y él formará parte de mi vida y de lo que soy, siempre.

sábado, 22 de octubre de 2011

INVICTUS by William Ernest Henley

Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.

In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed.

Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find, me unafraid.

It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll.
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.

viernes, 14 de octubre de 2011

Time is moving on

Llegó a esa ciudad nueva y desconocida para ella. Fueron ilusiones y miedos. Ganas de descubrir y explorar algo totalmente resplandeciente que hasta ahora no conocía. Hacerse con la ciudad y su rutina, sus horarios tan distintos y sobre todo su gente tan diferente a la que ella estaba acostumbrada. Pero el paso más importante que tenía que dar era el de olvidar, olvidar algo que llevaba persiguiéndola mucho tiempo.
Lo estaba consiguiendo, estaba olvidando y dejando atrás muchos recuerdos que no querían abandonarla nunca. Se concentraba en su nueva vida y en sus nuevas oportunidades. Conocía a gente cada día, unos merecían la pena y otros no tanto, pero en esa etapa de cambios podía decirse que estaba llegando a ser muy feliz.
Hasta el día, ese en el que llovía tanto que se vio obligada a correr para llegar un poco seca a casa. Ese día no encontraba sus llaves. Después de 5 minutos de inútil búsqueda decidió vaciar el contenido de su bolso favorito para ver si las ansiadas llaves aparecían. Entonces mágicamente un billete sencillo del metro de Madrid salió volando y aterrizó al lado de sus pies. Se agachó para levantarlo y pudo leer claramente la fecha en la que se había utilizado el billete. Inmediatamente mil imágenes chocaron en su cabeza. Sí, había sido ese día, esa día en el que no se separaron ni un minuto, ese día de verano, ese que para ella había sido hasta ahora el día más importante de su vida. Recordó el momento exacto en el que nerviosa compró el billete, lo introdujo en la maquina y corrió, corrió mucho, sabiendo que el tren que la esperaba estaba apunto de llevarla a la felicidad. Sí, recordó que llevaba su vestido favorito, su vestido de flores. Recordó que hacía mucho calor, y cómo el metro estaba lleno de turistas. Cómo llego a la parada en la que debía bajarse y cómo bajo casi flotando, casi en un sueño. Cómo salió, vio que él la esperaba y se lanzó a sus brazos sin dudarlo ni un solo instante.
Volvió a la realidad. Se encontraba sentada en el escalón de su portal, empapada, de su chaqueta caían gotas de agua, vio las llaves en su mano, pero de repente las prisas por entrar se esfumaron tan rápido como el billete del metro había caído al suelo. Fue a la parada del tranvía, compró un nuevo billete, se subió y lo llamó por teléfono, saltó el contestador y dejó un mensaje: " Creo que te quiero, creo que me cuesta olvidarme de ti, creo que no podré olvidar el metro de Madrid". 
Guardó el móvil, se bajó del tranvía y anduvo bajo la lluvia hasta que sus pies no dieron para más. Lloró y rió, y se convenció de que olvidar, a veces, era imposible.