Music, my only true love

just let me hear some of that rock'n'roll music

martes, 30 de noviembre de 2010

even though I know I shouldn't

Esas palabras del metro de Madrid fueron las que me sonaban a él. Las leía y mientras, oía su voz en mi cabeza. Parecían sacadas de su puño y letra. Hablaban de nuestra ciudad, de las putas y de la alegría con ese tinte te tristeza tan propiamente suyo. Hablaban de muchas cosas en tan sólo unas pocas líneas. Hablaban de nosotros. 
Pero al leerlas también brotaron sus palabras de traición. Esas palabras nunca dichas que tanto me lastimaron. Esas verdades ocultas que al fin y al cabo no son más que mentiras. Esas noches sin pegar ojo deseando que pase algo que desde el principio él sabía que era imposible. Esas que me esperanzaron , me subieron a la cumbre más alta para después dejarme caer desde la cima y estrellarme contra el suelo. 
Próxima estación: Plaza de España. Estación que hace que vuelva a la realidad. Me bajo y contemplo el mundo que me rodea. Meto las manos en mis bolsillos, hace demasiado frío. Me  encuentro con todas las verdades nunca dichas que algún día me dieron el calor ansiado, no sólo las suyas, las de todo el mundo, y sigo mi camino. Porque al final son todo palabras. 

miércoles, 24 de noviembre de 2010

restless nights

Las líneas de aquel libro con las que me sentía identificada decían más o menos que cada vez que escuchas una canción que te mueve por dentro, sientes la necesidad de encontrar a una persona que te haga sentir lo mismo que esa canción. En mi percepción personal en este momento, cada vez que escucho una canción, cuyos acordes me conmueven y me hacen saltar de alegría, llorar, o me causan nostalgia deseo que seas tú la canción que me provoque lo mismo.

Sueños en noches de esas que no se descansa. Despierto en una nube formada por mi imaginiación y por todas las canciones que me gustaría gritar al mundo, que me gustaría que hicieran sentir el hormigueo del amor a todas las personas. Idiomas mezclados, tiempos distintos, guitarras desafinadas y bajos martilleantes, pero al final todo trata de lo mismo. Todo deriva en un mismo punto.

Comienzo a darme cuenta de que cada uno tiene su galaxia correspondiente. Tú la tuya y yo la mía. Comparten planetas como las amistades o la música, comparten estrellas como la literatura y la filosofía.
Pero no son la misma.
Se percibe un choque entre galaxias, con ese choque, el deseo de que se fundan y formen una sola molécula. Una molécula de galaxias, porque al final todos estamos hechos de polvo de estrellas.
Cuando hablamos de física cuántica se forma un nuevo universo, la física cuántica toma sentido en todas sus formas posibles.
Cuando llega el punto en el que los núcleos se repelen y presiento un alejamiento de millones de años luz, te leo. Te leo, porque hace que en todo este mundo reinado por el caos, el capitalismo y el dinero no exista nada más que esas galaxias, las galaxias en las que se desarrollan mis sueños más profundos, las que hacen que tenga una conexión contigo a la que aferrarme antes de dejarte marchar para siempre.

Dejarte, suena a palabra pronunciada para dar permiso a realizar una acción. Siempre el permiso. Quiero ir pero no puedo, porque no me dan permiso. Quiero llegar y tocar la estrella que corona mi escalada por el pico más alto del mundo, pero no me dejan. No me dejan porque hay barreras, barreras emocionales que no me permiten en paso. Y como siempre volvemos a llegar al mismo punto.

Y sí, puede que haya un cristal blindado protegiendo tu corazón, de esos que llevan los coches de políticos o de narcotraficántes. Realmente me pregunto si es necesario que te protejas tanto. Golpeo este cristal con todas mis fuerzas, disparo, pataleo, lloro, pero el maldito cristal sigue estando en mi camino, sigue blindado a aceptar mis emociones, se aleja cada vez más, pretende que me crea que realmente es inquebrantable, a lo mejor es que no quieres que sea yo la que lo rompa. Ahí aparece el factor miedo, ahí es donde pienso que lo que en verdad pasa es que te asusta que si dejas que me cuele por una pequeña grieta de ese cristal, se pueda escapar todo lo que hay dentro.  Quizás es lo nuevo lo que más te asusta, por eso te mantienes unido a lo que ya conoces.
Me avisaste de que existía este cristal, pero un aviso no sirve de nada. No es más que una mera provocación que me lleva a querer demostrarte que por más cristales que existan yo estoy dispuesta a romperlos todos. Pero tú no me quieres dejar. Y sabes, no lo sé, pero algún día quizás me canse de intentarlo. Y cuando decidas que es el momento de abrir el cristal, de dejar que todo fluya, puede ser que sea yo la que se proteja de todo el mundo detrás de un cristal, un cristal blindado y tintado.

La noche y el día me confunden, mientras me abrigo para enfrentarme al duro frío de finales de noviembre. Una caricia, nada más que eso para provocar un choque entre galaxias.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Will you come back some day?

"Eres preciosa" dijo él aquella calurosa mañana. "La más preciosa que he visto nunca".
Ella no terminaba de confiar en sus palabras, pero deseaba profundamente que fueran ciertas. 
Un adiós, ella se negaba a encajarlo así como así y pasó a transformarlo en un hasta luego. 
Vivía cada día pensando que las palabras de principios de verano eran ciertas, que realmente era la más preciosa a la que había visto, se aferraba a esas palabras como si fueran su único salvavidas en un mar en el que no se divisaba ni un pequeño islote. No le importaba que los demás la vieran fea, o incluso que pensaran que era mona. Hasta sentía cierto asco cuando alguien la miraba y le decía que era preciosa. No, ella no era preciosa para ellos, ella sólo quería ser preciosa para él. No quería que sus palabras fueran pronunciadas por otro. 
Ella pasó meses a la deriva, entre besos efímeros de algún desconocido y risas que pretendían ocultar la desgracia. Salía sin saber a dónde, bailaba sin saber por qué, comía pero no terminaba de estar satisfecha, charlaba con la gente con el único propósito de no estar completamente sola en este mundo. 

Él pasó esos meses en una nube de amor, de amor enlatado, con fecha de caducidad. Deseaba cada mañana que el verano no acabara nunca y que pudiera pasar los últimos meses con la persona a la que amaba. La llegada del otoño marcaría el final de algo, aunque él deseara que aún en la distancia las cosas continuaran como siempre. 
Estaba decidido a cambiar por su gran amor, a serle fiel aunque se fuera al fin del mundo. Hasta ahí todo bien. Pero la chica más preciosa que había visto aparecía cada vez más en sus pensamientos. Aparecía en momentos que formaban parte de la rutina. Cuando bajaba a comprar el pan, se imaginaba comprándolo con ella. Cuando fumaba un cigarro, veía sus labios rojos expulsando el humo del cigarro que compartían. Cuando colocaba un vinilo en el tocadiscos, escuchaba su voz contándole la historia del artista. 
Se sentía bastante descolocado cuando le ocurría esto, quería llamarla y decirle que realmente era preciosa, que él jamás le había mentido, pero que amaba a otra persona y que eso era algo que no podía cambiar. No podía llamarla, sabía que con oír su voz estaría perdido en un laberinto de noches románticas, de cenas que acaban en desayunos, de conversaciones filosóficas, de literatura y fisica cuántica, de música, de los Beatles, de ciudades que para ellos no duermen. 

Ella se alegró cuando el verano terminó. Sabía que con él, algo había llegado a su fin también. Sabía que él estaba solo, quería correr a su casa y decirle que lo esperaría el tiempo que hiciera falta, que sería su amiga cuando lo necesitara, pero lo que más quería que él supiera era que sería suya y de nadie más para siempre y que aunque él no fuera de nadie, ella sí. Ella llevaba su nombre escrito, nadie podía leerlo a simple vista pero tras unos minutos de charla con ella te dabas cuenta de que cada parte de su ser, cada milímetro de su cuerpo gritaba desesperadamente su nombre.  Por supuesto no se lo dijo, aunque confiaba en que él lo supiera. 
Siguieron pasando los meses y ella seguía sin tener nada más que palabras a lo que agarrarse. Se reflejaba menos tristeza en sus acciones pero seguía pensando en él cada día de su existecia. 

Él pasó unos meses hundido en la miseria. No podía aceptar el amor tan lejos. Se estaba consumiendo a sí mismo.  Pero también pensaba en ella, sabía que le encantaría estar con ella, saber que ella formaba parte de su vida. Pero no quería engañarse y mucho menos engañarla a ella. Se negaba a tener a alguien tan precioso, tan dulce y no poder centrarse sólo en ella. No podía atraerla a su mundo y no dedicarle cada uno de sus pensamientos. 
Un día la vió por la calle, iba a saludarla pero en el último momento supo que no podía hacerlo, que si lo hacía se vendría abajo. Entonces él siguió andando. A los pocos metros se detuvo para observarla. Ella lo había visto y él estaba convencido de que al verlo sonrió, esperaba un rencuentro. Siguió mirándola y pudo ver como se secaba las lágrimas. 
Se sentía gilipollas, la estaba haciendo llorar y no podía perdonarse eso. Deseó no haberla tocado nunca, sólo por no verla sufrir.

El día que se cruzó con él por la calle, representó una señal para ella. Tenían que volver a verse. 
Pasaron otros cuantos meses hasta que ella tomo la iniciativa y contactó con él. Iban a verse pero el día nunca llegó. Hasta que una noche por casualidad se encontraron. Ella volvió a sentir. Su mundo volvía a girar, sólo con verlo se sentía capaz de todo. 
Él no podía mirarla más de unos segundos, no podía hablar con ella, no podía volver a hacerle daño. Y si estaba cerca de ella se sentía muy tentado a tocarla. 
Ella lo notaba extraño. Quería abrazarlo y decirle que no pasaba nada.
Él sabía que pasaban muchas cosas. Él sabía que estaba enamorado, pero no de ella. Sabía que la deseaba pero tenía que ser fiel a su amor.
Ella sólo deseaba que por unos minutos él pensara sólo en ella.
Ellos conversaron y se encontraron muchas otras noches. Ellos se miraban y se deseaban. Ellos se tocaban pero en la cabeza de cada uno. Ellos cada vez hablaban menos por miedo a desearse demasiado. Para ellos no era el momento. 
Ella desea que pronto les llegue su momento.
Él va olvidando que "la chica más preciosa" lo desea.
Ella se encarga de que no se olvide. 
Ellos no son capaces de controlar el destino.
Ellos no saben lo que pasará en un futuro. 
Ellos no saben si podrán estar juntos algún día.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

This time tomorrow

Se preven lluvias para el viernes. Las temperaturas máximas serán de 12 grados.
No sé si interpretarlo como una señal o simplemente aceptar que estamos en noviembre y que en estas fechas el tiempo suele ser así.
Siempre que nuestros caminos se han cruzado brillaba el sol o por lo menos había brillado durante el día, ya que era mucho más factible tener un encuentro contigo cuando ya había caído la noche. Podía hacer frío, podía haber nubes muy dispersas, pero el sol había brillado siempre.
Las supersticiones habituales en mí me llevan a pensar que sin sol tú no existes. A pesar de tu apariencia un tanto vampírica y misteriosa, realmente eres la jodida antítesis. Sales cuando hay sol. Y cuando no lo hay, no se ve tu blanca piel por ningún rincón de esta enorme, aunque en cuestión de casualidades pequeña ciudad.
Realmente el halo de misterio que rodea la situación tiene su encanto y acabas cogiédole el puntillo. Quizás siento mi vida más peliculera cuando no tengo las cosas claras.  Si me llamaras y me dijeras que este finde no me quieres ver y que tampoco tienes pensado hacerlo sería hiriente, pero lo más raro es que sería totalmente desencantador. No irías, lo tendría claro, con lo cual no me pasaría la noche entera mirando a la puerta por si por un casual te da por aparecer y sorprenderme como cada noche. No, me va la emoción, la adrenalina, otro quiero pero no puedo, en resúmen me va la película. Y como no sé si te veré el viernes, yo voy un paso por delante en el guión de mi película.
Nos vemos el sábado, ahí estaré. Y eso te lo puedo asegurar, llueve, truene o brille el sol como nunca lo ha hecho.  

domingo, 14 de noviembre de 2010

seven day fool

Y la ciudad y yo sentimos tu presencia. Estás aquí de vuelta, lo sé, lo siento.
Y el lunes te querré y el martes te abrazaré y el miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo te seguiré queriendo. Y seré tu tonta los siete días de la semana.
Sé valiente, acércate. Haz lo mismo que hago yo contigo.
Y deseemos que todos los días sean viernes, que todos ellos te vea, que todos ellos bailemos.
Y que no te vuelvas a ir nunca.
Ahora le toca el turno al sol de brillar. Porque estás aquí y el sol viaja contigo de punta a punta del mundo.

jueves, 11 de noviembre de 2010

De batallas perdidas

Dejarse vencer es un paso muy duro que a veces nos vemos obligados a dar. Pienso que en ambas Guerras Mundiales no fue fácil para los vencidos retirarse y admitir la derrota como un perro con la cola entre las patas después de haberse portado mal. Lucharon hasta que no les quedaba aliento, y en ese momento, cuando el aire ya no encontraba cabida en sus pulmones, en ese instante fue cuando decidieron retirar sus tropas y volver a casa, cabizbajos, sin ilusión y como única medalla: la derrota.

Nunca he sido gran fanática de los conflictos bélicos. No creo que tanta gente mereciera la muerte por el egoísmo y el orgullo de un par de locos que decían luchar por su país. Miles morían mientras que ellos, comodamente en el sofá de su casa diseñaban estrategias sabiendo que por muy buenas que fueran, alguno de su bando caería. Lo que no sabían es que los luchadores, los verdaderos héroes, hacían esto por amor a su patria, no por la persona que se creía dueña de ella y de todo lo que en ella existía.

Como los héroes luchaban por amor a su patría, en esta vida todos luchamos por amor a algo o en algunos casos a alguien. Es así.
Podemos librar muchas batallas en nuestra vida, podemos ganarlas o perderlas, pero la batalla más importante es la que iniciamos por amor al amor. Y esta, en mi opinión, es la guerra más sincera de todas, es la más justa. Es un uno contra uno, un sólo campo, y las mismas oportunidades tanto de ganar como de perder.

Empieza la batalla, todos en sus puestos, los sentimientos, alineados como si de soldados se trataran, las armas, en este caso las debilidades del contrincante, y como única melodía de guerra, el traqueteo constante del corazón latiendo a mil por hora.
Guerra larga e interminable, aunque algún bando se vea tocado y casi hundido, la guardia nunca se baja, aunque te creas vencedor de esta guerra, jamás cantes victoria.

Mi guerra personal se vio invadida por aliados de América. Mi guerra estaba condenada al fracaso desde un principio. Mis soldados se levantaban y seguían luchando, siguen luchando. Pero eran bombardeados con palabras, eran aplastados por una guerra más importante. Ellos lo siguen intentando, lucharán hasta que no quede ninguno vivo. Caerán pero se volverán a levantar porque para ellos esta es su Guerra Mundial. Lucharon antes en batallas importantes pero ninguna tan potente como ésta. Se retiraron y volvieron a luchar pero todo esto sucedió como preparación a esta guerra. Y ésta la van a ganar, cueste lo que cueste. No van a caer y no dejarán que se les diga que no lo intentaron y que fueron cobardes, porque por ese amor, son capaces de luchar hasta el final de sus días. Y si pierden esta gran batalla como honrados soldados que son, se retirarán y buscarán un nuevo terreno donde combatir. Pero para ellos sólo habrá una única Guerra Mundial y a fecha de hoy esa guerra se está peleando.

martes, 9 de noviembre de 2010

Relatos de lo Imposible

Llevo días vagando por el mundo, es lo que más se acerca a mi estado actual. Voy, sin rumbo, sin objetivos, solo oyendo pasos que suenan a vacio en mi cabeza.
El mal tiempo ha llegado, ha inundado mi vida de nubarrones y me ha servido de perfecta escusa para librarme de tener que salir con un destino fijo en estos últimos días. Ignoro llamadas telefónicas alegando encontrarme mal, salgo de mi casa sin decirle a nadie a donde voy ni de donde vengo, solo que estoy yendo.
El último día que salí con un claro objetivo, un destino fijo, fue el último día de sol, el útlimo día entero en el que él estuvo integramente en esta ciudad. Ahora sólo queda su recuerdo y quizás algunas párticulas suyas esparcidas por Madrid. Mientras yo me hundo en la soledad y en la incertidumbre bajo el cielo gris, él disfruta del sol, del calor del sol y del calor de los brazos de ella.
No aguanto más en mi prisión personal, salgo abrigada, camino, fumo, camino y sigo fumando, me siento, mis pies ya no dan para más. Entro en una bonita tienda de donde la gente sale tan contenta que parece que vendieran ilusión. Sólo venden ropa. Me pruebo un par de cosas. No me gusta nada y todo es demasiado caro. Me siento en uno de esos banquitos de probador, nunca he entendido realmente su función, pero hoy descargo en él mi peso como si se me fuera la vida en ello.
Me miro al espejo, si hace un par de días me sentía atractiva y salvaje, hoy me siento fea y vacía. Escucho a la gente quejarse de la cola que hay para probarse la ropa. Me da igual, nada me va a hacer levantarme de ese banquito y mucho menos las ganas de alimentar el consumismo de la sociedad actual.
Pasa un tiempo, pueden haber sido segundos o pueden haber sido horas, no sé, estoy confundida y mareada.
No puede ser que todo esto sea a causa de su ausencia. Intento buscarle otra explicación, otro motivo, pero mientras más pienso, más borroso empieza a estar todo, empiezo a ver la luz del techo alejarse más y más. Siento como si el firme suelo que pisaba antes, fuera ahora una plataforma que sube y que baja.
Plaf! oigo un golpe y dejo de ver, todo negro, todo vacío como yo.
Intento abrirme paso entre las sombras pero no puedo, no me dejan pasar y me dan mucho miedo. Me rindo.
Abro los ojos y oigo el ruido de una ambulancia, veo todo borroso y no sé donde estoy.
Oigo el sonido de la ambulancia cada vez más fuerte, me desespera, no me deja pensar. Intento gritar para que se calle pero no me sale la voz, tengo algo metido en la boca que no me deja hablar. Consigo escuchar a unas personas con una voz preocupada hablar de una chica que se está despertando y me pregunto que le habrá pasado.
Consigo desempañar mis ojos casi por completo y descubro que la chica de la que hablan, la chica que se acaba de despertar soy yo.
Me asusto, intento incorporarme pero mi debilidad no me lo permite, mis brazos se doblan como si no tuvieran articulaciones, la voz dulzona se una mujer de mediana edad me dice que me tranquilice, que todo va a estar bien. No sé por qué debería tranquilizarme si ni siquiera sé lo que está pasando.
El sonido de la ambulancia cesa y me deja pensar mejor. Se abren las puertas y siento como bajan una camilla en la que yo estoy subida, me tapo los ojos antes de que me saquen para evitar que el sol me deslumbre, pero cuando salgo no hay ni rastro del sol, solo hay nubarrones amenazantes.
En ese momento me doy por vencida, cierro los ojos y dejo que las cosas pasen.
Lo siguiente que veo al abrir los ojos es una habitación de hospital y a mi madre mirándome con ese gesto que sólo una madre puede tener. Está preocupada.
Le digo que no pasa nada, que todo va a estar bien aunque no sé que le pasa.
Me abraza sin decir nada.
La curiosidad puede conmigo y le pregunto qué es lo que pasa. Me cuenta que me desmayé en una tienda y que no podían reanimarme, que me trajeron en ambulancia al hospital, que en la ambulacia empecé a delirar y que después al llegar al hospital me volví a desmayar. Me dice que no es nada grave pero que me tendré que quedar unos días en el hospital, también me comenta que algunos amigos han venido a verme y que en 10 minutos les dejarán pasar. Le pregunto qué hora es y me responde que son las 2 de la mañana.
Pasan los 10 minutos como si fueran 10 horas y veo como algunos de mis amigos están entrando, entra el último y cierra la puerta. Ninguno es él. Me siento triste, pero sé que no está aquí, que está muy lejos y que no podrá venir a verme.
Me dan abrazos, me dan flores, charlan conmigo, me cuentan cosas graciosas, alguno hasta bromea conmigo, yo agradezco que todos hayan venido, pero él no está y vuelvo a sentirme vacía.
Cuando todos se marchan un doctor viene a verme, toca cosas por aquí y por allá apunta unas cosas y se va.
Mi madre me dice que intente dormir. Lo intento pero no consigo conciliar el sueño. Empiezo a oír mi ritmo cardíaco y me desconcentro. Al final no puedo más y caigo rendida.
Me despierto sin saber que hora es, quiero irme de este sitio, pero sé que tendré que esperar. Siento una mano que sube y baja por mi espalda, mi madre, le deso buenos días. Pero cuando mi madre habla no es su voz, es la voz de él. Extasiada me giro y veo que él esta ahí, él esta acariciándome. Me sonríe y me cuenta que cogió el primer vuelo cuando se enteró de que yo estaba mal. Me siento totalmente avergonzada y le digo que no hacía falta que interrumpiera sus vacaciones con ella por venir a verme a mí. Me dice que se ha dado cuenta que por mí interrumpiría todo, pero que igualmente cuando salga del hospital y esté mejor tendríamos que hablar. Coge mi mano, la acerca a su boca y la besa, después se acerca a mi cara y me besa a mí, mi ritmo cardíaco se acelera, el sol está brillando fuera. Deseo que este momento no acabe nunca.
Derepente oigo una voz lejana que me pregunta si estoy bien, abro los ojos y me encuentro en el probador de antes, me siento descolocada pero en un momento lo entiendo todo. Todo, absolutamente todo había sido producto de mi cabeza. Salgo y le digo a la amable chica que estoy bien, que había sufrido un mareo, me ofrecé algo pero le digo que estoy bien. Salgo de la tienda y comprendo la jugada que me había hecho mi sucia mente, si antes estaba vacía, ahora lo estaba el doble.
Él seguía lejos con ella, yo seguía vacía y sin rumbo y el cielo seguía nublado.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

get on your knees, baby and pray for your love

No se me dan bien las despedidas, aunque sean simbólicas, me cuesta desprenderme de algo que ha formado parte de mi vida.
Me asaltan los recuerdos de noches de ensueño. Joder, yo que ya me había hecho a la idea de decir adiós y no paras de aparecer en mi cabeza.
Besé los labios de un desconocido probando liberarme de tu presencia pero al cerrar los ojos no paraba de imaginar que eras tú y sólo tú. Apartaba al extraño en un desesperado intento de mantener el restante sabor de tu boca y la profunda hipnosis de tu olor en mi poder.
Vale, pensé en despedirme de tí para siempre pero como siempre te dije: es muy fácil decirlo pero de ahí a hacerlo hay un largo camino que todavía me queda por recorrer.
El extraño lo seguía intentando pero cuando supe de una vez por todas que él no eras tú, mandé todo a la mierda. Él me cuestionaba, no entendía mi profundo arrebato de fidelidad a alguien que sólo le es fiel a sus adicciones. Me importaba poco o nada, no pretendía que alguien así pudiera llegar a comprender lo que es dejarte escapar y aunque hubiera intentado explicárselo, cosa que no haría porque no hay palabras, él jamás, nunca hubiera llegado a entender lo que hay entre tú y yo, cosa que se reduce a nada del otro mundo. Pero tú has movido mi mundo entero, lo has puesto patas arriba, has marcado un antes y un después.
Has hecho que cometa estupideces o locuras o actos de amor o como prefieras llamarlo, cosas que yo antes no hubiera ni pensado en hacer.
Todo el mundo me dice que me olvide de tí, y ellos qué saben, me importa un bledo lo que digan o piensen, y aunque yo también sé que tengo que olvidarte y que no me convienes, noquiero y de hecho me niego a hacerlo.

For your love I would give the stars above