Music, my only true love

just let me hear some of that rock'n'roll music

lunes, 9 de julio de 2012

Lisztomania / Dance with somebody

A mi hermano adoptivo, mi queridísimo Emilín.

Emilio:

Sigo llorando, mucho (sé que te vas a reír). 
No podía titular esta entrada de otra manera. No podía porque estas son nuestras canciones. Las canciones que nos han acompañado durante este año y medio. Las que han observado como pasábamos  de meros desconocidos a ser inseparables, a confiarnos todo y a pasar todo el tiempo posible juntos. 

Nunca me olvidaré de aquel día de febrero en el que llegaste con una caja de cartón sobre la cabeza porque llovía. Como yo pensaba que serías tan diferente. Las micheladas en Papasiones. El principio de todo. 

Luego me dejaste plantada 2 horas y creía que te odiaría para siempre (ahora mismo me estarás odiando por publicar esto). 

Y así poco a poco nuestra amistad se fue formando. Así empezamos a descubrir como dos personas pueden ser tan diferentes pero a la vez tan iguales. 
Nuestras discusiones en las que nunca llegaremos a estar de acuerdo. Pero todo aquello en lo que estamos de acuerdo. 
Nuestras risas o mejor dicho risotadas, esas risotadas tan típicas tuyas. La música. Nuestras salidas de fiesta, a mis lugares que tan poco te gustan, a los tuyos que me empeño en decir que no me gustan, pero donde estés tú siempre me lo pasaré bien. Los tacos en mi ciudad. 
Las dos semanas que viviste en mi casa. Todos los cigarros que nos fumamos. Las noches cantando cualquier canción por la calle. El Toni 2. Las cenas en lugares bonitos, pero también nuestras cenas de estudiambres en el 100 montaditos. Los grupos que descubrimos. Nuestros apodos. Cuando viniste a "Tsiurigg". Nuestros Skypes a las 3 de la mañana. La fiebre de mariachis que nos dio en Zürich. Nuestras papas con Valentina.
Tus regañadas en plan papá. Tantas cosas que hemos vivido juntos mi Emi....

Y me has enseñado tantas cosas, me has enseñado a afrontar todo con una sonrisa, a no tener tantos prejuicios, a no quejarme tanto. Me has enseñado a ser una mejor persona. 

Y ahora no puedo imaginarme lo que va a ser Madrid sin ti. Me resulta completamente imposible. Siento como si te conociera desde siempre. Siento que Madrid sin ti no es mi Madrid. Que sin ti no sé que voy a hacer. Dejas un vacío tan grande Emilio. En Madrid, en mí, en mi familia. 

Te prometo que por ti volveré a nuestro México lindo y querido. Y ahí nos tomaremos unas micheladas. 

Te voy a extrañar cada día pero te llevo siempre conmigo. Eres una de las personas más especiales en mi vida. Sabes todo lo que significas para mí.

Te quiero hasta el infinito.

Vale







Y nuestra Chavela.


 


viernes, 6 de julio de 2012

Noches de incendio



Noches de verano. Noches de esas en las que todo parece estar estático, de esas en las que el viento no sopla y el asfalto desprende el calor que ha ido acumulando durante todo el día.
Enciendo un cigarro y todas las dudas acumuladas empiezan a salir del rincón donde las tenía almacenadas en un mero intento de olvido. 
No estoy contenta, no soy feliz, falta algo en mi vida. Todo el mundo que me viera pensaría que lo tengo todo, que me quejo por vicio. Quizás tienen razón, pero recuerdo lo feliz que era hace dos años. Recuerdo lo mucho que reía, lo que luchaba por aquello en lo que creía. 
Y ahora, ahora todo es tan diferente. Me he vuelto una persona aburrida, metida en la rutina del día a día. Siento como si todos los días fueran el mismo, siento como mi si mi verdadera identidad estuviera oculta debajo de varias capas que se han formado desde hace dos veranos. 
Creo que este es el motivo por el cual he quedado contigo. Porque tú siempre has sido la única persona capaz de sacar mi lado más rebelde, mi verdadero yo. 
Y de repente escucho ese sonido tan familiar pero a la vez tan lejano, tan oxidado en mi memoria por el paso del tiempo. Escucho ese rugido tan apasionante que hace que mi corazón empiece a acelerarse y me sienta tambalear a punto de caer el suelo. Y el sonido se convierte en una imagen. Doblas la esquina en tu moto color rojo cereza y entonces creo que no podré mantenerme en pie mucho tiempo más.
Apagas el motor y te bajas. Y te acercas a mí. Tú y tu chaqueta de cuero, tú y tu pelo negro, tú y tus pantalones gastados, tú y tus manos, esas manos que siempre me rodeaban haciéndome sentir segura, tú y tu manera de andar. Tú. 
Me das un beso en la mejilla, me coges la mano y me llevas hasta tu moto, me pones el casco y subo detrás de ti. Arrancas la moto y nos perdemos en la noche, en los recuerdos. Mis manos se aferran a tu chaqueta, inspiro tu olor y cierro los ojos. Me traslado a nuestro verano, a la playa, a los conciertos, las hogueras y a la pasión que nos poseía cada noche. 
Las lágrimas no se detienen y yo tampoco intento que lo hagan. Estoy llorando pero sonrío. Unos pocos minutos contigo y me vuelvo a sentir la de antes. Me siento capaz de todo, me siento la niña de 18 años. 
Llegamos a nuestro lugar, bajamos de la moto. Me quito el casco. No te doy tiempo a decir nada. Te atraigo hacia mí y entre suspiros nos fundimos en el beso que volvió a dármelo todo.